El pasado 15.08., falleció nuestro compañero Carlos Arribas Sáez y la pandemia no hizo posible que le diésemos el último adiós como nos hubiese gustado. La noticia, que me impactó como a todos, me llevó a recordar tiempos compartidos.
Conocí a Carlos Arribas en mi primer día de trabajo en El Corte Inglés y conservo el recuerdo del amable apoyo que me prestó durante mi etapa de aterrizaje en la casa.
Al poco tiempo, nuestros caminos se separaron. Mientras yo permanecí en la retaguardia, Carlos fue llamado a tareas más altas y pasó al área de ventas. Llegó a estar en varios centros comerciales -le recuerdo en Castellana – y finalmente recaló en Alicante, donde se jubiló. Durante ese tiempo tuvimos breves encuentros esporádicos donde, con brevedad, nos saludábamos y recordábamos los viejos tiempos. Ahora me parece sorprendente. pero, por las razones que fuesen, jamás volví a tener relación profesional con él -nuestros caminos no se encontraron nunca- y las noticias que me llegaban eran a través de compañeros interpuestos que me contaban de él lo que yo ya sabía: que Carlos era una persona entrañable que facilitaba la tarea a cualquier persona que tuviese la suerte de trabajar con él.
Ya jubilados, se reanudaron nuestras relaciones. Los dos éramos asiduos de las comidas, los últimos jueves de cada mes en El Pardo, donde algunos veteranos de la “Casa” nos reuníamos para recordar los buenos tiempos y mantener un punto de unión entre nosotros. Allí surgió la idea de constituir la Asociación de Veteranos de El Corte Inglés con el objetivo de crear un lugar de encuentro para todos los jubilados/as de la organización. La pandemia interrumpió todos aquellos proyectos que intentaremos reanudar en cuanto se pueda, aunque, desafortunadamente, ya sin su presencia.
Para mí, Carlos era el prototipo del trabajador entusiasta y humilde que, aprendiendo de otros, sirvió de ejemplo a muchos más y, entre todos, posibilitaron los éxitos de la empresa. Pero, entre sus muchas cualidades, la que más ha llamado mi atención desde siempre ha sido su buen humor. Seguramente, alguna vez estuvo enfadado, pero yo no lo recuerdo nunca en esa situación. Cierro los ojos y todas las imágenes que aparecen son las de un Carlos sonriente y optimista.. Ese es el Carlos Arribas que yo recuerdo, al que echo de menos, y el que nos ha dejado una sensación de vacío muy difícil de cubrir.
¡Adiós Amigo! ¡Descansa en paz!
Pedro creo que has realizado una descripción muy buena y real de Carlos como de muchos otros compañeros que nos dejaron siempre estará en nuestro recuerdo descanse en PAZ