Cuando el Real Madrid gana algún título -y ha ganado muchos- todos los estamentos del club hacen suya la victoria y aunque sean los jugadores los que meten los goles, todos sabemos que detrás de ellos hay un cuerpo técnico, preparadores, masajistas, etc. cuyos profesionales también tienen que tener un gran nivel. Hasta el que cuida el césped, en lo suyo, debe ser tan bueno como Sergio Ramos tirando penaltis.
En el caso de El Corte Inglés, los que metían los goles eran los vendedores y los que cuidábamos el césped intentábamos estar a su altura. Todos juntos obtuvimos muchos éxitos y parece legítimo sentir orgullo por ello.
Esta mañana, cuando todavía tenía reciente en mi memoria las gracias que hace unos días daba una compañera por haber pertenecido a la plantilla de ECI, he visto en el portal la fotografía de un grupo de participantes en un curso de dirección impartido por la empresa. Me ha parecido que, sin pretenderlo, la fotografía reforzaba el agradecimiento anterior y contestaba de alguna manera a los que, discrepando de la compañera, decían que no procedían las gracias porque “dimos trabajo a cambio de salario y estamos en paz”.
Ese razonamiento, valido para cualquier relación laboral, no tiene en cuenta que, en nuestro caso, además del salario nos hemos visto retribuidos con otras cosas: Entre ellas, buen desarrollo profesional (que la fotografía representa) y el orgullo de pertenencia a una empresa líder y admirada en muchísimas facetas.
Ambas cuestiones parecen de tipo sentimental -y sin duda lo son- pero también tenían consecuencias positivas de tipo práctico. Como cada vez valíamos más, algunos pudieron acceder a mejores empleos fuera de la empresa. Y, a los que nos quedamos, ECI se veía obligada a pagarnos lo suficiente para retenernos y sacar provecho de nuestro talento y esfuerzo.
Por otro lado, el prestigio de El Corte Inglés también nos ha ayudado a muchos en nuestra vida privada. Y es que ahora, cuando en cualquier formulario relleno el campo de profesión con la palabra “jubilado”, me viene a la memoria que antes, en muchas ocasiones, nos interesaba poner “empleado de El Corte Inglés” porque teníamos la creencia -varias veces confirmada- de que esa ocupación nos otorgaba una presunción de solvencia que nos ayudaba en nuestras relaciones con terceros.
Y no es que todos los empleados de ECI fuésemos iguales. Obviamente, cada uno en su individualidad, ha tenido su historia, ha construido su imagen, y ha vivido sus singulares experiencias. También tiene su propia opinión sobre ECI y sus gentes. No obstante, me atrevo a hacer una afirmación (que como toda regla tendrá sus excepciones) y es que, en general, trabajar en El Corte Inglés, hacía que, cara al exterior, cada uno de nosotros valiésemos un poquito más
En la tramitación de hipotecas, búsqueda de empleo, contratación de seguros o servicios financieros, compraventa de viviendas, etc. ser empleado de ECI nunca ha sido un factor negativo sino todo lo contrario. Los empleados de El Corte Inglés, por el mero hecho de serlo, gozábamos de un plus de prestigio que nos facilitaba todas aquellas gestiones. ¿estoy en lo cierto?
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